¿Por qué, a lo largo de la historia, hay tan pocas mujeres que se hayan destacado en una disciplina científica tan antigua?
Para descubrir la presencia de las mujeres en el Universo de las Matemáticas haremos un recorrido histórico que comienza con el nacimiento de la Matemática, con Pitágoras y su mujer Teano, y que continúa con Hypatia en Alejandría, con Madame de Chatelet en Francia y con María Caetana Agnesi en Bolonia en el siglo XVIII.
Incluso en el siglo XIX, Sophie Germain tuvo que adoptar la identidad de un antiguo alumno de la Escuela Politénica de París, Monsieur Leblanc, para conseguir los materiales y problemas para presentar sus propios resultados y trabajos. De esta forma, a lo largo de la historia ha habido muchas mujeres que han investigado y estudiado Matemática, pero que la sociedad no les ha reconocido su labor.
Todas ellas pudieron dedicarse a esta ciencia a pesar de las dificultades que se les presentaban, aunque pudieron hacerlo, además de por su tesón, esfuerzo e inteligencia porque pertenecían a familias de alto nivel económico y social.
Algunas se vieron envueltas en la leyenda, otras necesitaron utilizar seudónimos para ocultar su personalidad y no ser rechazadas por sus colegas. Muchos de sus éxitos parecen vinculados a padres, maridos, hermanos o colaboradores, en una casi obligada renuncia de autoría.
Las mujeres aparecen en la historia de la Matemática ya en la antigüedad, y desarrollan hoy una actividad matemática mayor que nunca.
De ellas se habla poco, casi nada, aún cuando sus contribuciones son impactantes.
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